Muchos han sido los dioses que han formado parte de toda la cultura egipcia antigua, cada uno de ellos con características y poderes únicos. Uno de estos reconocidos dioses se conoció con el nombre de Atum o Temu, quien fue el primer y más importante dios de Egipto cuando se le rendía culto a Iunu en el Bajo Egipto, antes de ser reemplazado por Ra.
Atum era el dios creador de la Enéada Heliopolitana. Representaba una de las nueve deidades egipcias y fue considerado por mucho tiempo como el creador del universo, un imponente dios que había existido incluso antes de la misma creación del universo.
Entre las características más sobresalientes que hacían de Atum un dios único se encuentran las siguientes:
Atum fue visto como el dios que, de acuerdo con la mitología egipcia, había sido el creador de todo lo que existía en el universo y esto incluía a los demás dioses de Egipto y a sus hijos.
Atum tuvo el poder de ascender de las aguas como el dios creador de todo lo que existía y por esta razón, fue considerado como el dios del universo. Tuvo además el poder de crear a sus propios hijos así como para darle forma al resto de los dioses que formarían parte importante de la cultura egipcia.
Se dice que tenía el poder de manipular el alma, de autoridad, de creación, incorporación inicial, de creación de deidades y de manipular el ciclo solar. Otros poderes como la fertilidad, la incorporación de la luz, la luz absoluta y la luz primordial fueron atribuidos a este dios.
Cuenta el mito de Atum que en el principio no había nada y que a esto se le conocía con el nombre de Nun. De Nun surgió un montículo de tierra y sobre éste se creó Atum. Luego de creado, escupió Shu (aire) y Tefnut (humedad) por la boca. Estos fueron sus hijos los cuales luego de ser formados se separaron de él y se perdieron en la oscura nada, por lo que Atum envió su «Ojo» a buscarlos. Al encontrarlos, nombró a Shu como «vida» y a Tefnut como «orden» y los entrelazó.
Atum se cansó y quiso tener un lugar para descansar, así que besó a su hija Tefnut y creó el primer montículo (Iunu) que surgió de las aguas de Nun. Posteriormente, sus hijo Shu y Tefnut dieron a luz a la tierra (Geb) y al cielo (Nut), los cuales, a su vez, dieron a luz a Osiris, Isis, Set, Neftis y Horus el mayor.
En el Antiguo Egipto, el dios Atum era representado como un hombre que usaba barba y que tenía en su cabeza una corona doble, la cual se conocía con el nombre de corona sejemty. Fue el primer dios que se representó con una figura totalmente humana. También podía ser encontrado como el dios solar y en este caso, su cabeza tenía forma de carnero, de mangosta o en ocasiones de ave fénix. Fue también representado en muchas ocasiones como una serpiente la cual provenía de las aguas primordiales. Durante el periodo tardío de la cultura egipcia fue también representado como una lagartija, un gato, una anguila y una serpiente con cabeza de león.
Fue un dios que tuvo muchas representaciones a lo largo de su historia y quizá una de las más curiosas y principales fue la de dos serpientes, las cuales tenían caracteres distintos y al mismo tiempo antagónicos. Por un lado, la serpiente dañina que representaba al dios antes de que éste pudiera ser consciente de sí mismo y luego, una serpiente beneficiosa, forma que había tomado cuando decidió empezar con la creación.
Su principal templo de adoración estuvo situado en la ciudad de Heliópolis una de las ciudades de mayor importancia en el Antiguo Egipto pero también se le rindió culto en otros lugares como Meidum, Letrópolis, Edfu y Heracleópolis. El templo de Ra ubicado en Heliópolis fue también su centro de adoración.
El símbolo que primero se utilizó para representar a Atum fue una serpiente, puesto que surgió del agua. Pero las representaciones posteriores son más relevantes por su asociación como padre de los faraones. Llevaba una corona roja similar a la de un rey. La forma de distinguir a Atum de un faraón es por la forma de su barba. Ocasionalmente, aparece en forma de otro animal, simbolizando el final del ciclo creativo cuando los animales también recibieron vida.
Su importancia en la cultura antigua egipcia radicó en que fue el dios que tuvo la capacidad de surgir por sí mismo de las aguas caóticas que había en Nun y con ello, fue capaz de crear todo el cosmos y porque con sus lágrimas se formaron el resto de los seres humanos que no eran considerados como dioses. También estaba vinculado a la teología solar, como el escarabajo que se desarrolla a sí mismo y que representaba al sol recién creado.
Briceño V., Gabriela. (2021). Atum. Recuperado el 23 febrero, 2024, de Euston96: https://www.euston96.com/atum/