Se le conoce como ermitaño a aquella persona que prefiere y profesa un estilo de vida ascética y solitaria.
Temas relacionados
Un ermitaño es aquella persona cuyo estilo de vida se orienta a la soledad y el aislamiento del resto del contexto social. Usualmente, se lo asocia a personas con tendencias asociales y de pocos amigos, que valoran por encima de todo el trabajo, la oración y la soledad. Se trata de una tradición con alto componente religioso, y que se puede encontrar en diversas religiones del mundo.
La figura del ermitaño o eremita es muy vieja. La podemos encontrar, rebuscando, en los primeros siglos de la cristiandad. No por nada, se trata de una tradición o estilo de vida que resuena en el inconsciente colectivo con aquel santo que se retira a la montaña a orar en soledad.
Cuando hablamos ermitaño o eremita, usualmente hablamos de aquel que se encarga del cuidado de su caverna. Se dice caverna o eremita, porque aquel era el destino al que muchos sabios de la antigüedad se iban a vivir. Sin embargo, el ermitaño puede vivir en un desierto, en una montaña, en un bosque o entre los comunes. Lo importante es que cumpla el criterio para ser llamado ermitaño.
¿Qué es un ermitaño? Es una persona que decidió apartarse de la sociedad. A diferencia de muchos de nosotros, el eremita no aprecia el contacto con el otro, optando por estar desvinculado. O “desvinculado”, ya que el vínculo que establece el eremita no es precisamente con otro, en tanto semejante, en tanto humano. El ermitaño busca otro tipo de contactos, que a continuación detallaremos un poco mejor.
Las características que diferencian al eremita podrían enumerarse así:
Tal como se dijo más arriba, y aun pese a que este es un concepto nacido en tiempos antes de Cristo, el eremita es una figura nacida bajo el seno de la cristiandad. Existen importantes antecedentes de sabios y santos que se entregaron a esta forma de vivir. El fin último estaba en crear algún tipo de lazo o nexo con Dios. Para el eremita cristiano, todo lo carnal o mundano representa un elemento distractor de lo espiritual. Sus primeros antecedentes se encuentran en los primeros siglos después de Cristo. En dicha época, los eremitas tenían prácticas la mar de extravagantes. Su costumbre estaba en refugiarse en desiertos o en ermitas donde mantenerse solo con trabajo propio. Dichas prácticas fueron, al pasar los siglos, institucionalizadas por la Iglesia. Fue este el antecedente de la vida monástica.
Las prácticas del emeritismo fueron evolucionando con los años, pero la idea ha permanecido con el tiempo. Se han podido ver, de hecho, en los últimos siglos, casos de este tipo. Tales son los casos emblemáticos de Maria Boulding, Thomas Merton o el emblemático Carlos de Foucauld. Fue, sin embargo, con el Papa Juan Pablo II, en donde este estilo de vida encontró su lugar en el Derecho Canónico. Muchos occidentales, hoy por hoy, siguen la práctica del ermitaño siguiendo este código.
La cristiandad no es la única religión que ha visto esta entre sus prácticas. El taoísmo, el budismo y otras disciplinas también la presentan en sus haberes. En países orientales se han visto estos antecedentes de vida ermitaña, aunque sin el mismo dramatismo que se registran en los casos occidentales. El budismo, por ejemplo, profesa un estilo de vida basado en la negación del deseo; tales posturas han engendrado la aparición de monjes que se retiran del contacto humano para dedicarse a la meditación y la oración. Los cristianos, tenían la percepción que estas personas pensaban que lo carnal era una distracción innecesaria ante el transcurso de elevación mental. Este último es ampliamente buscado por los budistas.
Pero la figura del ermitaño no la vamos a encontrar solo en las representaciones históricas o religiosas a las que estamos habituados. También lo podemos detectar en las cartas de tarot. Justamente, rebuscando en la baraja de este famoso de juego de cartas, se encuentra una muy particular. La imagen retrata a un anciano con una linterna que alumbra el camino. Su simbología se conecta con todo lo hasta ahora expuesto. Refleja la necesidad de apartarse del mundo externo y de recurrir al insight. Es decir, de hacer introspección.
Uno de los casos más emblemáticos de los ermitaños viene siendo el de Carlos de Foucauld. Nacido a mediados de los 1850, y con antecedentes de vida militar y exploración, se convirtió al catolicismo en algún punto de su vida. Más adelante, se dedicaría al eremitismo al internarse en pleno desierto del Sahara. Esta práctica devino conmovedora, debido a que pocos han sido los ermitaños que se han propuesto a esta tarea.
Calderón, Grecia. (2019). Ermitaño. Recuperado el 24 febrero, 2024, de Euston96: https://www.euston96.com/ermitano/