Manuel Azaña, fue un ministro español y presidente de la Segunda República cuyos intentos de formar un gobierno moderadamente liberal fueron detenidos por el estallido de la Guerra Civil Española. A pesar de esta situación, logró unir los partidos republicanos originando de esta manera la izquierda republicana, movimiento que lo llevó a ser presidente.
Información personal
Manuel Azaña fue un importante y reconocido escritor y político de origen español de vocación republicana que formó parte del primer Comité Revolucionario que logró instaurar la República ocupando la cartera de guerra y la presidencia tiempo después.
Manuel Azaña nació el 10 de enero de 1880 en Alcalá de Henares. Asistió al Colegio de María Cristina en el Escorial y luego ingresó a la Universidad de Madrid a estudiar Derecho. Su vida en París lo introdujo al europeísmo que fue el tema del movimiento literario y cultural llamado la Generación de 1898 en España. Mantuvo una visión anticlerical y un gusto por la política radical.
Durante la década de 1920, Azaña fue secretario general del Ateneo de Madrid, y trabajó como escritor, traductor y periodista. Quizás su mejor obra sea la biografía del escritor del siglo XIX Juan Valera, un crítico social abierto. En 1930 Azaña se convirtió en presidente del Ateneo.
Para entonces, ya había comenzado a moverse hacia la política organizando un pequeño partido llamado Acción Republicana. Con el advenimiento de la república en abril de 1931, Azaña fue nombrado ministro de guerra en el gobierno provisional y reorganizó el ejército. Colaboró en la constitución republicana, y en octubre de 1931, tras la renuncia de Niceto Alcalá Zamora, se convirtió en primer ministro hasta 1933.
A raíz de la crisis económica de principios de los años treinta, la derecha triunfó en las elecciones de 1933 y Alejandro Lerrox sucedió a Azaña. El gobierno de derecha vigiló a Azaña, y en octubre de 1934, los disturbios en Asturias amenazaron con sumir al país en una guerra civil, por lo que estuvo preso algunos meses. En 1935 se convirtió en vocero de una renovada coalición de izquierda que en enero y febrero de 1936 ganó una elección controvertida bajo el estandarte del Frente Popular.
Azaña regresó al cargo de primer ministro hasta el 10 de mayo, cuando reemplazó a Alcalá Zamora una vez más, esta vez como presidente de la República. Cuando estalló la guerra civil en julio, la influencia de Azaña disminuyó después de que nombrara al moderado Diego Martínez Barrio como primer ministro. Azaña abandonó Madrid en el otoño de 1936, para no volver nunca más, y pasó gran parte del período de la guerra civil prácticamente aislado en Cataluña. Después de la caída de Barcelona, Azaña se exilió en Francia. Murió en Montauban el 3 de noviembre de 1940.
Ayudó para resolver difíciles cuestiones constitucionales que amenazaban dividir a la coalición activa en la política republicana. Hizo todo lo posible para lograr una reforma agraria equitativa, mejorar la educación y modernizar la sociedad española. Logró aprobar la Ley de Defensa de la República para castigar a los disidentes políticos. Buscó el beneficio de la sociedad española, defendió siempre la República y sus valores.
Aplicó el programa de reformas del Frente Popular liberando los presos de octubre de 1934 por medio de una amnistía. Abrió el Parlamento Catalán haciendo funcionar la autonomía catalana. Ordenó dar a los yunteros el uso y disfrute de las tierras que habían usado y autorizó al instituto de Reforma Agraria que ocupara cualquier finca provisionalmente que fuera de utilidad social.
Las relaciones laborales se vieron afectadas y muchos pequeños patronos cerraron sus empresas. La extrema derecha inició la violencia callejera creando grandes conflictos agrarios tanto hubo enfrentamientos con muertos entre la Guardia Civil y los campesinos haciendo que la violencia aumentara.
El Congreso aprobó un programa de organización de la sociedad, con la semana de treinta y seis horas de trabajo y la expropiación sin indemnización de las fincas que medían más de cincuenta hectáreas.
Su ideología se fundamentó en hacer de España una patria subordinada ante la justicia en donde el ejército pudiera identificarse con el pueblo, que fuera apolítico, sin clases sociales y laico. Estuvo a favor de las autonomías y de la reforma agraria, pues la veía como una forma de generar igualdad.
El discurso de Manuel Azaña se basaba en la paz, la piedad y el perdón. Este discurso fue hecho el 18 de julio de 1938 en el Ayuntamiento de Barcelona, luego de haber empezado la Guerra Civil Española. Era un mensaje de reconciliación que buscaba la mediación internacional para detener la guerra. A su discurso asistieron representantes diplomáticos, el gobierno y muchos diputados.
En él, habló también de lo absurdo que era la guerra como solución al problema que había en España, el separatismo y la identidad nacional. Duró 74 minutos y reflexionó sobre la difícil situación que atravesaba su país.
Entre sus principales obras se destacan:
Manuel Azaña fue uno de los políticos y oradores más importantes en la política española del siglo XX que logró hacer importantes cambios y crear importantes reformas en el programa republicano, la Reforma del Ejército, la Reforma Agraria, Reforma de la Enseñanza, suprimiendo la religiosidad y potencializó la república creando un estatuto de autonomía Cataluña.
Briceño V., Gabriela. (2018). Manuel Azaña. Recuperado el 25 febrero, 2024, de Euston96: https://www.euston96.com/manuel-azana/