El habla, la argumentación y la discusión, son en sí, un arte. Pocos son los que saben convencer a través de de un argumento pulcramente ordenado, y por ello es importante conocer sobre la retórica.
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Lo entendemos como el arte o disciplina del acto de argumentar. Atraviesa distintas áreas del conocimiento. Su finalidad última es la persuasión, tratando de que el retórico logre obtener victoria sobre algún conflicto argumental.
En el mundo y en la vida, uno puede encontrarse muchas perspectivas sobre un asunto. Muchos ciegos pueden encontrarse en una habitación con un elefante, y argumentar que la parte que ellos tocan es la única y verdadera. En estas situaciones, uno puede encontrarse con otra persona que ponga sus propios argumentos sobre algo, y sobre ese algo desee convencer, imponer su verdad al respecto.
Muchos dicen por allí que la verdad no existe, que todo es cuestión de perspectivas y de convencimiento. Si es así, entonces surge la pregunta: ¿Cómo convencer de una verdad? ¿Cómo ganar el duelo de los argumentos?
Sobre este punto, precisamente, es el que se especializa la retórica. Utilizada antiguamente por los sofistas, el retórico es el especialista del convencimiento. Utiliza diferentes técnicas para hacer valer un argumento por encima de cualquier otro. Para el retórico, no importa tanto la validez de un argumento, su cercanía a la verdad in abstracto. Lo importante de la retórica es convencimiento. Es la victoria del argumento propio.
Su etimología es, por supuesta, de raíces grecolatinas. Sus orígenes pueden rastrearse en el griego rethorike techne, o lo que es lo mismo, “el arte del orador” o “la técnica del orador”. Rethorike es, a su vez, una conjugación de otras palabras griegas. Rethor puede ser visto, en este caso, como la agrupación del verbo eiro (yo hablo) y tor (agente).
Como gran parte de lo filosófico, sus principios están en lo griego. Clásicos son los conflictos sostenidos entre Sócrates y los sofistas, a quienes tildaba de charlatanes y malabaristas de la verdad. Los primeros retóricos, se dice, nacieron en Siracusa. Luego de la caída de los tiranos, muchos ciudadanos pretendieron recuperar sus tierras perdidas a través de los recursos que permitía la palabra. Sus orígenes, puede verse, tienen una fuente más política y jurídica que literaria y filosófica.
Por supuesto que comenzaron en Grecia, pero los retóricos no se limitaron a estas tierras. Tenemos, por el ejemplo, el caso romano de Cicerón. Cicerón fue uno de los personajes más importantes de la decadente república romana, y de cuya pluma nacieron uno de los tratados más importantes sobre aplicaciones de la retórica. De él y otros autores se tienen los trabajos sobre retórica que aun hoy se toman en cuenta. Su evolución, por supuesto, se siguió extendiendo con el pasar de los siglos, al punto que fue el instrumento de convicción de grandes tiranos del siglo XX. Famosos son los discursos retóricos de Hitler. Su poder de convencimiento es un fenómeno que aun ahora se sigue estudiando a profundidad.
La retórica, como gran parte de los conceptos filosóficos, no es una. Le podemos rastrear la siguiente tipología:
Posee los siguientes elementos o partes que la componen:
Utilizada principalmente en el ámbito de los juicios, es la técnica empleada por los magistrados y especialistas del derecho. Tal como se dijo más arriba, su objetivo está en ratificar la inocencia o no de una figura. Los especialistas disertan ante un juez sobre hechos del pasado, e intentan convencerle sobre el posicionamiento de la figura acusada entre alguno de los puntos del polo.
Se distingue de la anterior por centrarse en hechos distintos del pasado. En lugar de enfocarse en lo que sucedió, se centra en el futuro. Los hechos por acontecer son especialidad del político. El político ha de tomar decisiones que comprometen a un Estado, y por tanto, a sus ciudadanos. Las decisiones que se toman pueden ser más o menos válidas. El objeto del orador o retórico es retrotraer la atención sobre un polo del accionar político.
Como muchos conceptos filosóficos, es fácil dejarse llevar en penumbra de asociaciones. La diferencia entre conceptos suele ser un tanto oscura para el lector no especializado. ¿Cómo diferenciar el orador del retórico? Esencialmente, su diferenciación estriba en que la retórica es todo un aparato teórico cuya aplicación puede ser o no verbal. Es decir, puede llevarse al acto escrito, o demás.
El orador, por otro lado, lleva en el acto todo lo contenido en retórica. Se trata de intentar llevar a práctica discursiva, verbal, ante un público especializado o no especializado, un tema. Este tema puede haber sido armado a través de los recursos retóricos ya expuestos.
Destacar su importancia es destacar su influencia en las diversas disciplinas humanas de actualidad. La podemos ver en política, en sociología, en derecho, en psicología y en otras disciplinas.
Veamos algunos de los ejemplos de esta disciplina:
Calderón, Grecia. (2019). Retórica. Recuperado el 24 febrero, 2024, de Euston96: https://www.euston96.com/retorica/