La historia de Santa Filomena es considerada por los creyentes católicos como una verdadera leyenda pues los datos que se encuentran disponibles y que han sido encontrados para poder verificar su vida y su existencia se encuentran únicamente en los restos de una joven que fueron encontrados en una tumba en el año 1802 durante una serie de excavaciones que fueron realizadas en Roma y por los testimonios de personas de confianza que vivieron durante el siglo XVIII, por un artesano de Nápoles, por un sacerdote y por una monja que también vivía en esta ciudad.
Santa Filomena fue una pequeña niña mártir que tuvo que enfrentar y soportar la cruel persecución que se hizo en contra de los creyentes cristianos por parte del emperador romano Diocleciano durante el siglo 40.
Según la historia, Santa Filomena nació en Corfú, una ciudad de Grecia el 8 de setiembre del año 291 después de Cristo. Desde pequeña se enamoró y practico el cristianismo y por esta razón era muy devota a la religión y a Dios razón por la cual también fue víctima de una serie de maltratos y persecuciones por parte de Diocleciano. Antes de su nacimiento, la historia cuenta que sus padres, quienes eran príncipes griegos, hacían sacrificios y oraciones a los dioses pues no podían tener hijos.
Sus padres recibieron consejo por parte de sus médicos quienes les dijeron que lo mejor sería que se convirtieran al cristianismo para poder pedirle a Dios por un milagro y así sucedió, por esta razón la niña desde pequeña fue instruida en esta religión. Cuando cumplió 13 años, viajó a Roma junto a sus padres en búsqueda de la paz ante el emperador Diocleciano quien, a cambio de esto, pidió la mano de la niña en matrimonio. Sus padres estuvieron de acuerdo e intentaron convencerla de que estaría muy bien siendo la Emperatriz de Roma.
Ella se negó rotundamente pues les dijo que su vida pertenecía a Jesucristo y cuando el emperador se dio cuenta intentó también convencerla realizando muchas promesas, pero al no poder persuadirla entonces la llenó de amenazas y la encerró en un calabozo de su palacio. Fue atada de pies y manos para intentar convencerla y el emperador la visitaba todos los días para ver si ya había cambiado de opinión. Al ver que lo que hacía no lograba hacerla decir que sí, decidió empezar a torturarla. Fueron 37 días de sufrimiento para la Santa hasta que la madre de Jesús se le apareció para decirle que luego de 40 días su pesar acabaría pero que moriría. Diocleciano, quien insistía constantemente para poder romper su voto de castidad, la mandó a atar a un pilar para que fuera azotada y luego, la envió al calabozo para que muriera.
Un par de ángeles fueron enviados a curar las heridas de la niña y al ver que estaba aún más hermosa, el emperador intentó hacer que se casara con él nuevamente, pero ella se negó por lo que entonces le ató un ancla al cuello y la arrojó al río Tíber. Nuevamente los ángeles le ayudaron a salir y por eso Diocleciano afirmó que era una bruja y que debía de ser muerta con flechas para acabar con ella. Sin embargo, cuando los soldados enviaban las flechas, éstas se devolvían contra ellos. Al ver esta situación, el emperador ordenó entonces que le cortaran su cabeza.
Su historia se empezó a revelar en el momento que descubrieron sus restos mortales en el año 1802 mientras realizaban excavaciones en Roma. Fue un 25 de mayo de ese mismo años que su cuerpo fue encontrado y se cree que estuvo en el lugar por 1700 años. Tenía una inscripción en su tumba que decía “la paz sea contigo Filomena” y en su tumba se observaron objetos dibujados como un ancla, un par de flechas, una lanza y una palma.
Entre los milagros más reconocidos y conocidos de Santa Filomena se puede mencionar el milagro de Mugnano que ocurrió cuando la hija de una pareja francesa que sufría de una enfermedad cardíaca que ponía en riesgo su vida. Luego de rezar una novena a la Santa y de viajar pese a su condición para poder visitar el Santuario en Roma donde se encontraban sus restos, logró llegar en muy mala condición de salud y fue recibida por el Papa Gregorio XVI. Cuando estuvo cerca de las reliquias de Santa Filomena su corazón latió demasiado fuerte lo que le produjo un desmayo, todos los que estaban ahí pensaron que había muerto pero cuando despertó, estaba completamente sana.
Filomena fue declarada como Santa por el papa León XII y finalmente el decreto para su canonización fue decretado por el papa Gregorio XVI quien la declaró además como la gran hacedora de milagros del siglo diecinueve estableciendo también que era la patrona del Rosario Viviente.
Santa Filomena es patrona de la localidad de Villalba de la Lampreana, un lugar ubicado en España en donde desde hace muchos años se celebran fiestas patronales en su honor. También es patrona de la provincia de San Felipe de Aconcagua, localidad ubicada en Chile y de la ciudad de Monterrey en México.
No existen registro de obras que hayan sido escritas por Santa Filomena.
No se tienen en los registros frases que hayan sido pronunciadas por Santa Filomena.
El día en el que se celebra a Santa Filomena es todos los 11 de agosto, pues este fue el día en el que sus restos fueron trasladados hacia el Santuario Principal de Santa Filomena en Mugnano, un municipio ubicado en la ciudad metropolitana de Nápoles en Italia.
Existen tres oraciones principales que los fieles hacen a Santa Filomena, estas son:
¡Oh, Gloriosa Santa Filomena, Virgen y Mártir!, ejemplo de fe y esperanza, generosa en la caridad, a Vos suplico, escuchad mi oración. Desde el cielo donde reináis, haced caer sobre mi toda la protección y auxilio que necesito en este momento en que mis fuerzas enflaquecen. Vos que sois tan poderosa junto a Dios, interceded por mí y alcanzadme la gracia que os pido (mencione la gracia que desea recibir).
¡Oh, Santa Filomena!, ilustre por tantos milagros, rogad por mí. No me abandonéis, jamás dejéis de mirar como un rayo de esperanza sobre mí y mi familia. Apartad de mí las tentaciones, dad paz a mi alma y bendecid mi casa. ¡Oh, Santa Filomena!, por la sangre que derramasteis por amor a Jesucristo, alcanzadme la gracia que os pido (repita ahora su petición).
Fiel y gloriosa Virgen, que desde el cielo, donde reposas, derramas sobre la tierra tantas finezas: bendigo al Señor por la gloria y el poder con que te corona hoy día. Dígnate, amable santa, hacer que yo sienta los efectos de tu amparo y logre todas las gracias que tanto necesito. Amén. ¡Oh, Dios, bendito seáis eternamente en vuestros santos!
Postrado ante vuestros pies, oh grande y gloriosa Santa, vengo a presentarte mi fervorosa oración; acógela benignamente y obtenme las gracias que me son necesarias. Tengo un corazón atribulado. Siento fuertes los golpes del dolor. La desventura me oprime. Recurro, pues, a vuestro auxilio. Ayúdame y mira mi oración.
Santa Filomena, ruega por mí.
Gloria al Padre …
Fatigado y sin consuelo, privado de esperanza, sólo y oprimido por las tribulaciones, espero ser por Vos atendido.
Santa Filomena, ruega por mí.
Gloria al Padre …
Reconozco que fueron mis grandes pecados la causa de tantas desventuras. Obtenme de Jesús lo perdido y abrázame en su santo amor.
Santa Filomena es importante para la Iglesia Católica pues sus milagros y su vida de entrega y de fe hacia Dios ha servido como modelo en muchas personas practicantes de la religión que buscan cada día más acercarse no solo a la religión sino también la forma de vida alejada del pecado y la tentación que vivió la Santa.
Briceño V., Gabriela. (2020). Santa Filomena. Recuperado el 23 febrero, 2024, de Euston96: https://www.euston96.com/santa-filomena/